Conocimiento de Sí Mismo -
Conferencia Nro 34
El Centro
de Gravedad Permanente
No existiendo una verdadera
individualidad, resulta imposible que haya continuidad
de propósitos.
Si no existe el individuo psicológico, si en cada
uno de nosotros viven muchas personas, si no hay sujeto
responsable, sería absurdo exigirle a alguien
continuidad de propósitos.
Bien sabemos que dentro de una persona viven muchas
personas, entonces el sentido pleno de la
responsabilidad no existe realmente en nosotros.
Lo que un Yo determinado afirma en un instante dado, no
puede revestir ninguna seriedad debido al hecho concreto
de que cualquier otro Yo puede afirmar exactamente lo
contrario en cualquier otro momento.
Lo grave de todo esto es que muchas gentes creen poseer
el sentido de responsabilidad moral y se auto-engañan
afirmando ser siempre las mismas.
Personas hay que en cualquier instante de su existencia
vienen a los Estudios Gnósticos, resplandecen con la
fuerza del anhelo, se entusiasman con el Trabajo
Esotérico y hasta juran consagrar la totalidad de su
existencia a estas cuestiones.
Incuestionablemente todos los hermanos de nuestro
movimiento llegan hasta a admirar a un entusiasta así.
Uno no puede menos que sentir gran alegría al escuchar
personas de esta clase, tan devotas y definitivamente
sinceras.
Sin embargo, el idilio no dura mucho tiempo, cualquier
día debido a tal o cual motivo justo o injusto, sencillo
o complicado, la persona se retira de la Gnosis,
entonces abandona el Trabajo y para enderezar el
entuerto, o tratando de justificarse a sí misma, se
afilia a cualquier otra organización mística y piensa
que ahora va mejor.
Todo este ir y venir, todo este cambiar incesante de
escuelas, sectas, religiones, se debe a la multiplicidad
de Yoes que en nuestro interior luchan entre sí por su
propia supremacía.
Como quiera que cada Yo posee su propio criterio, su
propia mente, sus propias ideas, es apenas normal este
cambio de pareceres, este mariposear
constante de organización en organización, de ideal en
ideal, etc.
El sujeto en sí, no es más que una máquina que tan
pronto sirve de vehículo a un Yo como a otro.
Algunos Yoes místicos se auto-engañan, después de
abandonar tal o cual secta resuelven creerse Dioses,
brillan como luces fatuas y por último desaparecen.
Personas hay que por un momento se asoman al Trabajo
Esotérico y luego en el instante en que otro Yo
interviene, abandonan definitivamente estos estudios y
se dejan tragar por la vida.
Obviamente si uno no lucha contra la vida, ésta se lo
devora y son raros los aspirantes que de verdad no se
dejan tragar por la vida.
Existiendo dentro de nosotros toda una multiplicidad de
Yoes, el Centro de Gravedad Permanente no puede existir.
Es apenas normal que no todos los sujetos se
auto-realicen íntimamente. Bien sabemos que la
Auto-Realización Íntima del Ser exige continuidad
de propósitos y como quiera que es muy difícil encontrar
a alguien que tenga un Centro de Gravedad Permanente,
entonces no es extraño que sea muy rara la persona que
llegue a la Auto-Realización interior profunda.
Lo normal es que alguien se entusiasme por el Trabajo
Esotérico y que luego lo abandone; lo extraño es que
alguien no abandone el Trabajo y llegue a la meta.
Ciertamente y en nombre de la verdad, afirmamos que el
Sol está haciendo un experimento de laboratorio muy
complicado y terriblemente difícil.
Dentro del animal intelectual
equivocadamente llamado hombre, existen gérmenes que
convenientemente desarrollados pueden convertirnos en
hombres solares.
Sin embargo, no está de más aclarar que no es seguro que
esos gérmenes se desarrollen, lo normal es que se
degeneren y pierdan lamentablemente.
En todo caso los citados gérmenes que han de
convertirnos en hombres solares necesitan de un ambiente
adecuado, pues bien sabido es que la semilla en un medio
estéril no germina, se pierde.
Para que la semilla real del hombre
depositada en nuestras glándulas sexuales pueda germinar
se necesita continuidad de propósitos y cuerpo físico
normal.
Si los científicos continúan haciendo ensayos con las
glándulas de secreción interna, cualquier posibilidad de
desarrollo de los mencionados gérmenes podrá perderse.
Aunque parezca increíble, las hormigas pasaron ya por un
proceso similar, en un remoto pasado arcaico de nuestro
planeta Tierra.
Uno se llena de asombro al contemplar la perfección de
un palacio de hormigas. No hay duda de que el orden
establecido en cualquier hormiguero es formidable.
Aquellos Iniciados que han despertado conciencia saben
por experiencia mística directa que las hormigas en
tiempos que ni remotamente sospechan los historiadores
más grandes del mundo, fueron una raza humana que creó
una poderosísima civilización socialista.
Entonces eliminaron los dictadores de aquella familia
las diversas sectas religiosas y el libre albedrío, pues
todo ello les restaba poder y ellos necesitaban ser
totalitarios en el sentido más completo de la palabra.
En estas condiciones, eliminada la iniciativa individual
y el derecho religioso, el animal intelectual se
precipitó por el camino de la involución y degeneración.
A todo lo antes dicho se añadieron los experimentos
científicos; trasplantes de órganos, glándulas, ensayos
con hormonas, etc., etc., etc., cuyo resultado fue el
empequeñecimiento gradual y la alteración morfológica de
aquellos organismos humanos hasta convertirse por último
en las hormigas que conocemos.
Toda aquella civilización, todos esos movimientos
relacionados con el orden social establecido se
volvieron mecánicos y se heredaron de padres a hijos;
hoy uno se llena de asombro al ver un hormiguero mas no
podemos menos que lamentar su falta de inteligencia.
Si no trabajamos sobre sí mismos, involucionamos y
degeneramos espantosamente.
El experimento que el Sol está haciendo en el
laboratorio de la naturaleza, ciertamente además de ser
difícil ha dado muy pocos resultados.
Crear hombres solares sólo es posible cuando existe
verdadera cooperación en cada uno de nosotros.
No es posible la creación del hombre solar si no
establecemos antes un Centro de Gravedad Permanente en
nuestro interior.
¿Cómo podríamos tener continuidad de propósitos si no
establecemos en nuestra psiquis el Centro de Gravedad?
Cualquier raza creada por el Sol, ciertamente no tiene
otro objetivo en la naturaleza que el de servir a los
intereses de esta creación y al experimento solar.
Si el Sol fracasa en su experimento, pierde todo interés
por una raza así y ésta de hecho queda condenada a la
destrucción y a la involución.
Cada una de las razas que han existido sobre la faz de
la Tierra ha servido para el experimento solar. De cada
raza ha logrado el Sol algunos triunfos, cosechando
pequeños grupos de hombres solares.
Cuando una raza ha dado sus frutos, desaparece en forma
progresiva o perece violentamente mediante grandes
catástrofes.
La creación de hombres solares es posible cuando uno
lucha por independizarse de las fuerzas lunares. No hay
duda de que todos estos Yoes que llevamos en nuestra
psiquis son de tipo exclusivamente lunar.
En modo alguno sería imposible liberarnos de la fuerza
lunar si no estableciéramos previamente en nosotros un
Centro de Gravedad Permanente.
¿Cómo podríamos disolver la totalidad del Yo pluralizado
si no tenemos continuidad de propósitos? ¿De qué manera
podríamos tener continuidad de propósitos sin haber
establecido previamente en nuestra psiquis un Centro de
Gravedad Permanente?
Como quiera que la raza actual en vez de independizarse
de la influencia lunar, ha perdido todo interés por la
inteligencia solar, incuestionablemente se ha condenado
a sí misma hacia la involución y degeneración.
No es posible que el hombre verdadero surja mediante la
mecánica evolutiva. Bien sabemos que la evolución y su
hermana gemela la involución, son tan sólo dos leyes que
constituyen el eje mecánico de toda la naturaleza. Se
evoluciona hasta cierto punto perfectamente definido y
luego viene el proceso involutivo; a toda subida le
sucede una bajada y viceversa.
Nosotros somos exclusivamente máquinas controladas por
distintos Yoes. Servimos a la economía de la naturaleza,
no tenemos una individualidad definida como suponen
equivocadamente muchos pseudo-esoteristas y
pseudo-ocultistas.
Necesitamos cambiar con urgencia máxima a fin de
que los gérmenes del hombre den sus frutos.
Sólo trabajando sobre sí mismos con verdadera
continuidad de propósitos y sentido completo de
responsabilidad moral podemos convertimos en Hombres
solares. Esto implica consagrar la totalidad de nuestra
existencia al Trabajo Esotérico sobre sí mismos.
Aquellos que tienen esperanza en llegar al estado solar
mediante la mecánica de la evolución, se engañan a sí
mismos y se condenan de hecho a la degeneración
involutiva.
En el Trabajo Esotérico no podemos darnos el lujo de la
versatilidad; esos que tienen ideas veletas, esos que
hoy trabajan sobre su psiquis y mañana se dejan tragar
por la vida, esos
que buscan evasivas, justificaciones para abandonar el
Trabajo Esotérico, degenerarán e involucionarán.
Algunos aplazan el error, dejan todo para un mañana
mientras mejoran su situación económica, sin tener en
cuenta que el experimento solar es algo muy distinto a
su criterio personal y a sus consabidos proyectos.
No es tan fácil convertirse en Hombre Solar cuando
cargamos la Luna en nuestro interior. (El Ego es
lunar).
La Tierra tiene dos lunas; la segunda de éstas es
llamada Lilith y se haya un poco más distante que la
luna blanca.
Los astrónomos suelen ver a Lilith como una lenteja pues
es de muy poco tamaño. Esa es la
Luna negra.
Las fuerzas más siniestras del Ego llegan a la Tierra
desde Lilith y producen resultados psicológicos
infrahumanos y bestiales.
Los crímenes de la prensa roja, asesinatos más
monstruosos de la historia, los delitos más
insospechados, etc., etc., etc., se deben a las ondas
vibratorias de Lilith.
La doble influencia lunar representada en el ser humano
mediante el Ego que carga en su interior hace de
nosotros un verdadero fracaso.
Si no vemos la urgencia de entregar la totalidad de
nuestra existencia al Trabajo sobre sí mismos con el
propósito de liberarnos de la doble fuerza lunar,
terminaremos tragados por la Luna, involucionando,
degenerando cada vez más y más dentro de ciertos estados
que bien podríamos calificar de inconscientes e
infra-conscientes.
Lo grave de todo esto es que no poseemos la verdadera
individualidad, si tuviéramos un Centro de Gravedad
Permanente trabajaríamos de verdad seriamente hasta
lograr el estado solar.
Hay tantas disculpas en estas cuestiones, hay tantas
evasivas, existen tantas atracciones fascinantes, que de
hecho suele hacerse casi imposible comprender por tal
motivo la urgencia del Trabajo Esotérico.
Sin embargo, el pequeño margen que tenemos del libre
albedrío y la Enseñanza Gnóstica orientada hacia el
trabajo práctico, podrían servirnos de basamento para
nuestros nobles propósitos relacionados con el
experimento solar.
La mente veleta no entiende lo que aquí estamos
diciendo, lee este capítulo y posteriormente lo olvida;
viene después otro libro y otro, y al final concluimos
afiliándonos a cualquier institución que nos venda
pasaporte para el cielo, que nos hable en forma más
optimista, que nos asegure comodidades en el más allá.
Así son las gentes, meras marionetas controladas por
hilos invisibles, muñecos mecánicos con ideas veletas y
sin continuidad de propósitos.
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