Conocimiento de Sí Mismo -
Conferencia Nro 28
El Cristo Universal e Individual
El Cristo
Universal
Conviene
entender que el Ejército de la Voz, el Ejército de la
Palabra, es FUEGO. Y que ese Fuego vivo, ese
Fuego viviente y filosofal que hace fecunda la materia
caótica, es el Cristo Cósmico, el Logos, la Gran
Palabra. Pero que para que el Logos aparezca, para que
venga a la manifestación, el Uno debe desdoblarse en el
Dos, es decir: El Padre en La Madre, y de la unión de
los dos opuestos nace el tercero: el Fuego. Ese Fuego es
el Logos, el Cristo, el Verbo que hace posible la
existencia del Universo en la Aurora de cualquier
creación.
Conviene que entendamos mejor lo que es el Cristo, que
no nos contentemos con recordar la cuestión meramente
histórica. Porque el Cristo es una realidad de instante
en instante; de momento en momento; de segundo en
segundo; Él es el Creador. El Fuego tiene poder de crear
los átomos y de desintegrarlos; el poder para manejar
las fuerzas cósmicas universales, etc. El Fuego tiene
poder para unir todos los átomos y crear Universos como
el poder para desintegrar Universos. El mundo es una
bola de fuego que se enciende y apaga según leyes.
Cristo es el Fuego del Fuego, la Llama de la Llama, la
Signatura Astral del Fuego.
Sobre la Cruz del Mártir del Calvario está definido el
Misterio del Cristo con una sola palabra que consta de
cuatro letras: INRI, Ignis, Natura, Renovatur, Integram.
- El Fuego Renueva Incesantemente la Naturaleza -.
El Advenimiento del Cristo en el corazón del Hombre, nos
transforma radicalmente.
Cristo es el Logos Solar, Unidad Múltiple Perfecta.
Cristo es la vida que palpita en el universo entero, es
lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será.
Mucho se ha dicho sobre el Drama Cósmico;
incuestionablemente este Drama está formado por los
Cuatro Evangelios.
Se nos ha dicho que el Drama Cósmico fue traído por los
Elohim a la Tierra; el Gran Señor de la Atlántida
representó ese Drama en Carne y Hueso.
El Gran Kabir Jesús también hubo de representar el mismo
Drama públicamente en la Tierra
Santa.
Aunque Cristo nazca mil veces en Belén, de nada sirve si
no nace en nuestro corazón también.
Aunque hubiese muerto y resucitado al tercer día de
entre los muertos, de nada sirve eso si no muere y
resucita en nosotros también.
Tratar de descubrir la naturaleza y la esencia del fuego
es tratar de descubrir a Dios, cuya presencia real
siempre se ha revelado bajo la apariencia ígnea.
La zarza ardiente (Éxodo, III, 2) y el incendio del
Sinaí a raíz del otorgamiento del Decálogo
(Éxodo, XIX, 18) son las dos manifestaciones por las que
Dios apareció a Moisés.
Bajo la figura de un ser de Jaspe y Sardónico de color
de llama, sentado en un Trono incandescente y
fulgurante, San Juan describe al dueño del Universo.
(Apocalipsis, IV, 3, 5).
Nuestro Dios es un Fuego Devorador, escribe San Pablo en
su "Epístola a los Hebreos".
EL CRISTO
INDIVIDUAL
Si frente al
Guardián del Mundo de la Voluntad no nos decidimos por
el Camino Directo, estrecho y difícil, no será posible
que el Cristo Individual nazca.
Si no nos hacemos previamente Hombres no es posible que
nazca el Hijo del Hombre.
Si la semilla no muere el germen no nace.
El Cristo Íntimo esta latente en nuestra semilla.
La tentación es fuego, el triunfo sobre la tentación es
luz.
El Iniciado debe aprender a vivir peligrosamente; así
está escrito; esto lo saben los alquimistas.
El Cristo Íntimo surge interiormente en el Trabajo
relacionado con la disolución del Yo
Psicológico.
Obviamente el Cristo Interior sólo adviene en el momento
cumbre de nuestros esfuerzos intencionales y
padecimientos voluntarios.
El advenimiento del Fuego Crístico es el evento más
importante de nuestra propia vida.
El Cristo Íntimo se hace entonces cargo de todos
nuestros procesos mentales, emocionales, motores,
instintivos y sexuales.
Incuestionablemente el Cristo Íntimo es nuestro Salvador
interior profundo.
El Cristo Íntimo, el Fuego Celestial, debe nacer en
nosotros, y nace en realidad cuando hemos avanzado
bastante en el Trabajo Psicológico.
El Cristo Íntimo debe eliminar de nuestra Naturaleza
Psicológica las mismas causas de error, los YOES CAUSAS.
No sería posible la disolución de las causas del EGO en
tanto el Cristo Íntimo no haya nacido en nosotros.
El Fuego Viviente y Filosofal, el Cristo Íntimo, es el
Fuego del Fuego, lo puro de lo puro.
El Fuego nos envuelve y nos baña por todas partes, viene
a nosotros por el Aire, por el Agua y por la misma
Tierra, que son sus conservadores y sus diversos
vehículos.
El Fuego Celestial debe cristalizar en nosotros, es el
Cristo Íntimo, nuestro Salvador interior profundo.
El Señor Íntimo debe hacerse cargo de toda nuestra
Psiquis, de los Cinco Cilindros de la máquina orgánica,
de todos nuestros procesos Mentales, Emocionales,
Motores, Instintivos, Sexuales.
El Cristo Cósmico está formado por todos los Cristos
Individuales de una Galaxia.
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