Conocimiento de Sí Mismo -
Conferencia Nro 16
La
Observación de Sí Mismo
La
auto-observación

La Auto-Observación íntima de sí mismo es un medio
práctico para lograr una transformación radical.
Conocer y observar son diferentes. Muchos confunden la
observación de sí, con el conocer. Se conoce que estamos
sentados en una silla en una sala, más esto no significa
que estemos observando la silla.
Conocemos que en un instante dado nos encontramos en un
estado negativo, tal vez con algún problema o
preocupados por este o aquel asunto o en estado de
desasosiego o incertidumbre, etc., pero esto no
significa que lo estemos observando.
¿Siente usted antipatía por alguien? ¿Le cae mal cierta
persona? ¿Por qué? Ud. dirá que conoce a esa persona...
¡Por favor!, obsérvela, conocer nunca es observar; no
confunda el conocer con el observar...
La observación de sí que es un ciento por ciento activa,
es un medio de cambio de sí, mientras el conocer, que es
pasivo, no lo es.
Ciertamente conocer no es un acto de atención. La
atención dirigida hacia dentro de uno mismo, hacia lo
que está sucediendo en nuestro interior, sí es algo
positivo, activo...
En el caso de una persona a quien se tiene antipatía,
así porque sí, porque nos viene en gana y muchas veces
sin motivo alguno, uno advierte la multitud de
pensamientos que se acumulan en la mente, el grupo de
voces que hablan y gritan desordenadamente dentro de uno
mismo, lo que están diciendo, las emociones
desagradables que surgen en nuestro interior, el sabor
desagradable que todo esto deja en nuestra psiquis,
etc., etc., etc.
Obviamente en tal estado nos damos cuenta también de que
interiormente estamos tratando muy mal a la persona a
quien tenemos antipatía.
Más para ver todo esto se necesita incuestionablemente
de una atención dirigida intencionalmente hacia adentro
de sí mismo; no de una atención pasiva.
La atención dinámica proviene realmente del lado
observante, mientras los pensamientos y las emociones
pertenecen al lado observado.
Todo esto nos hace comprender que el conocer es algo
completamente pasivo y mecánico, en contraste evidente
con la observación de sí que es un acto consciente.
No queremos con esto decir que no exista la observación
mecánica de sí, mas tal tipo de observación nada tiene
que ver con la auto-observación psicológica a que nos
estamos refiriendo.
Pensar y observar resultan también muy diferentes.
Cualquier sujeto puede darse el lujo de pensar sobre sí
mismo todo lo que quiera, pero esto no quiere decir que
se este observando realmente.
Necesitamos ver a los distintos Yoes en acción,
descubrirlos en nuestra psiquis, comprender que
dentro de cada uno de ellos existe un porcentaje de
nuestra propia conciencia, arrepentirnos de
haberlos creado, etc.
Entonces exclamaremos: “¿Pero qué está haciendo este
Yo?” “¿Qué está diciendo?” “¿Qué es lo que quiere?”
“¿Por qué me atormenta con su lujuria?”, “¿con su ira?”,
etc., etc., etc.
Entonces veremos dentro de sí mismos, todo ese
tren de pensamientos, emociones, deseos, pasiones,
comedias privadas, dramas personales, elaboradas
mentiras, discursos, excusas, morbosidades, lechos de
placer, cuadros de lascivia, etc., etc., etc.
Muchas veces antes de dormirnos en el preciso instante
de transición entre vigilia y sueño sentimos dentro de
nuestra propia mente distintas voces que hablan entre
sí, son los distintos Yoes que deben romper en tales
momentos toda conexión con los distintos centros de
nuestra máquina orgánica a fin de sumergirse luego en el
mundo molecular, en la Quinta Dimensión.
LOS DOS MUNDOS
Observar y observarse a sí mismo son dos cosas
completamente diferentes, sin embargo, ambas exigen
atención.
En la observación la atención es orientada hacia afuera,
hacia el mundo exterior, a través de las ventanas de los
sentidos.
En la auto-observación de sí mismo, la atención es
orientada hacia dentro y para ello los sentidos de
percepción externa no sirven, motivo éste más que
suficiente como para que sea difícil al neófito la
observación de sus procesos psicológicos íntimos.
El punto de partida de la ciencia oficial en su lado
práctico, es lo observable. El punto de partida del
Trabajo sobre sí mismo, es la auto-observación, lo auto-
observable.
Incuestionablemente estos dos puntos de partida
renglones arriba citados, nos llevan a direcciones
completamente diferentes.
Podría alguien envejecer enfrascado entre los dogmas
intransigentes de la ciencia oficial, estudiando
fenómenos externos, observando células, átomos,
moléculas, soles, estrellas, cometas, etc., sin
experimentar dentro de sí mismo ningún cambio radical.
La clase de conocimiento que transforma interiormente a
alguien, jamás podría lograrse mediante la observación
externa.
El verdadero conocimiento que realmente puede originar
en nosotros un cambio interior fundamental tiene por
basamento la auto-observación directa de sí mismo.
Es urgente decirle a nuestros estudiantes Gnósticos que
se observen a sí mismos y en que sentido deben
auto-observarse y las razones para ello.
La observación es un medio para modificar las
condiciones mecánicas del mundo. La auto-observación
interior es un medio para cambiar íntimamente.
Como secuencia o corolario de todo esto, podemos y
debemos afirmar en forma enfática, que existen dos
clases de conocimiento: el externo y el interno, y que a
menos que tengamos en sí mismos el centro magnético que
pueda diferenciar las calidades del conocimiento, esta
mezcla de los dos planos u órdenes de ideas podrían
llevarnos a la confusión.
Sublimes Doctrinas seudo-esotéricas con marcado
cientificismo de fondo, pertenecen al terreno de lo
observable, sin embargo son aceptadas por muchos
aspirantes como conocimiento interno.
Nos encontramos pues ante dos mundos, el exterior y el
interior. El primero de estos es percibido por los
sentidos de percepción externa; el segundo sólo puede
ser perceptible mediante el Sentido de
auto-observación interna.
Pensamientos, ideas, emociones, anhelos, esperanzas,
desengaños, etc., son interiores, invisibles para los
sentidos ordinarios, comunes y corrientes y sin embargo
son para nosotros más reales que la mesa del comedor o
los sillones de la sala.
Ciertamente nosotros vivimos más en nuestro mundo
interior que en el exterior; esto es irrefutable,
irrebatible.
En nuestros Mundos Internos, en nuestro mundo secreto,
amamos, deseamos, sospechamos, bendecimos, maldecimos,
anhelamos, sufrimos, gozamos, somos defraudados,
premiados, etc., etc., etc.
Incuestionablemente los dos mundos interno y externo son
verificables experimentalmente. El mundo exterior es lo
observable. El mundo interior es lo auto-observable en
sí mismo y dentro de sí mismo, aquí y ahora.
Quien de verdad quiera conocer los Mundos Internos del
planeta Tierra o del Sistema Solar o de la Galaxia en
que vivimos, debe conocer previamente su mundo íntimo,
su vida interior particular, sus propios Mundos
Internos.
Hombre, conócete a tí mismo y conocerás al Universo y a
los Dioses.
Cuanto más se explore este Mundo Interior llamado Uno
Mismo, tanto más se comprenderá que se vive
simultáneamente en dos mundos, en dos realidades, en dos
ámbitos, el exterior y el interior.
Del mismo modo que a uno le es indispensable aprender a
caminar en el mundo exterior, para no caer en un
precipicio, no extraviarse en las calles de la ciudad,
seleccionar sus amistades, no asociarse con perversos,
no comer veneno, etc., así también mediante el Trabajo
Psicológico sobre sí mismo, aprendemos a caminar en el
Mundo Interior el cual es explorable mediante la
auto-observación de sí.
Realmente el Sentido de auto-observación de sí
mismo se encuentra atrofiado en la raza humana decadente
de esta época tenebrosa en que vivimos.
A medida que nosotros perseveramos en la
auto-observación de sí mismos, el Sentido de
auto-observación íntima se irá desarrollando
progresivamente.
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